”—Aquí tu rostro es más ancho que antes. —Alcé mi propia mano para palpar esa diferencia, pero a mí se me antojó como siempre: hueso y piel. Aquiles me cogió la mano y me la llevó hasta la clavícula—. Y también has aumentado de tamaño aquí… y aquí —continuó, tocando suavemente con el dedo el bulto que me sobresalía de la garganta.
Madeline MillerLa canción de Aquiles
Tragué saliva cuando sentí la yema ponerse en movimiento una vez más sobre la piel.
—¿Y dónde más? —pregunté.
Él indicó el atisbo de pelo fino y oscuro que me recorría el pecho y el estómago. Me empezaron a arder los carrillos cuando detuvo el dedo.