”Entonces me tocó la rodilla; había encontrado otra pelusa. Se volvió a inclinar y su falda pantalón se tensó por las rodillas. Años más tarde fue ahí donde empezó a sentir dolor por el cáncer: en las rodillas. Después le subió a las caderas, la cintura, la columna, el cráneo. Era una serpiente deslizándose por sus huesos. A veces pienso en ese día, en ella sentada en el sofá, dándome golpecitos, golpecitos que no intentaban convencerme de una cosa ni de la otra, a pesar de que ella quería que tuviera a Jojo, creo, porque el dolor que sentía por Given tenía hambre de vida. A veces me pregunto si el cáncer estaba allí sentado con nosotras en ese momento también, si era otro embrión, un embrión amarillo cosido con pena, con forma de agujeros de bala, zigzaguean…
Jesmyn WardLa canción de los vivos y los muertos