Puertas, puertas, puertas, puertas; cinco puertas exteriores en la casa. Rose conocía el sonido que hacía cada una de ellas al abrirse o cerrarse…
Como un profeta agitado, Merriwether intentó leer su licenciamiento deshonroso en los rostros de sus amigos. Sentía una terrible debilidad en Cambridge. Una solidaridad vacilante.
La familia es justamente el ámbito de nuestras mentiras más audaces: escondemos nuestra identidad, nos inventamos cuentos fantásticos, camuflamos injusticias, atesoramos tópicos y nos atrincheramos tras los gritos, los chillidos, los misterios.
En las rocas sobresalientes de la colina que se elevaba delante de la casa, en el enmarañado crecimiento de la artemisa que marcaba como acné la ladera…
La escritora italiana Giulia Caminito, una de las voces más prometedoras de la nueva narrativa italiana, presenta su libro “El agua del lago nunca es dulce”.
La novela de los hermanos Strugatski, en tono de comedia negra y escrita en el que posiblemente sea su mejor momento creativo, reflexiona sobre la demora, la burocracia y la amenaza en una obra que remite a autores como Kafka, Ionesco o Philiph K. Dick.
En su cuarta novela, Katie Kitamura recorre la ciudad de La Haya a través de la mirada de una traductora de la Corte Penal Internacional.
La teoría materna es: quien no te conoce no te ayuda, así que nos quedamos donde se sabe quiénes somos, donde ella puede entretejer pequeñas y grandes relaciones de protección y de reconocimiento.
Una familia disfuncional y una madre avasallante y feroz son retratados en su intimidad a través de los ojos de una adolescente.
Muchos de ellos se sumían en la dipsomanía, buscando los bares de Beech o Herndon donde contemplaban el reflejo de sus rostros desilusionados…