La literatura atiende nuevamente la herida que nunca saca en la historia de Estados Unidos. La Guerra de Vietnam es, en esta primera novela de David Means, lo que desencadena la creación e imposición de dispositivos que ofrecen una falsa cura del calvario emocional.
≈
E l trauma se configura cuando un evento inesperado deja una herida emocional en el sujeto. Es rastro y respuesta. Carga con un agente inflamable que, de no ser atendido, puede estallar. Cuando se vuelve colectivo, la carga emocional se multiplica. Por eso hay que verbalizarlo, simbolizarlo en todos los registros posibles. Este es el mecanismo detrás de la enorme cantidad de películas, documentales y literatura que ha dado Estados Unidos sobre la Guerra de Vietnam. Siempre hay algo más para decir, porque la fuerza del trauma es inagotable. Histopía, de David Means, es una novela candidata a convertirse en un título ineludible para entender la trayectoria de las esquirlas.
“Histopía”, explica Rodrigo Fresán en esta edición de Sexto Piso, es un concepto que dentro de la narrativa remite al juego siniestro que la propia guerra impuso a la población estadounidense. En vez de ser el sujeto quien escribe la historia, dentro de una histopía es la historia quien escribe al sujeto. Escribir es, en este sentido, una forma de manipular, de acomodar y, como en la novela de Means, de sanar. Esta comprensión de la narrativa replica el ejercicio de poder de los generales que escribían los planes de batalla después de la batalla, y se traslada a la novela allí donde una corporación reescribe la biografía de un veterano.
*
La locura desbordante que fue y sigue siendo la Guerra de Vietnam exige una forma narrativa igual de frenética. Histopía es una novela dentro de otra novela. Means escribe sobre Eugene Allen, un joven que volvió de “Nam” y no supo encontrarse en lo que había dejado, que se preocupa por su hermana psíquicamente destruida. El único camino que encontró para saber dónde está y qué hacer es escribir (otra vez, el narrar) una novela titulada “Histopía”: “crea un mundo ficticio (…) pleno de dobleces, tan violento e inestable como nuestra época, igual de rico y carente de sentido”, anticipa una nota introductoria. Escribe de manera obsesiva, durante un verano, y luego se suicida.
En el mundo de Allen, J.F. Kennedy va por su tercera presidencia y muere en el séptimo intento de asesinato. En una de sus presidencias creó el Programa de Liberación de Inadaptados para abordar los problemas de salud mental. Los veteranos de Vietnam tienen un lugar especial en este programa. Hay testimonios y registros sobre Allen, que muestran el correlato de su realidad con la novela que escribió.
En la Histopía de Allen, se ofrece el tratamiento del “plegado”, un proceso que recrea los acontecimientos causales del trauma para volverlo (plegarlo) hacia el interior. El sujeto olvida el trauma, junto con las sensaciones, las personas y los lugares asociados a él. Quien aplica este tratamiento es la Psych Corps a través de la droga Tripizoide. El plegado puede revertirse de dos maneras: inmersión en agua extremadamente fría y teniendo sexo orgásmico.
Rake es el protagonista de la Histopía de Allen, un joven veterano que escapó durante el tratamiento de plegado y se dedicó a ser un fugitivo que siembra el caos a su paso. Es un desquiciado que secuestra a una chica que acababa de ser plegada y la esconde en un bosque sin motivos claros. Es perseguido por la Psych Corps, en especial por los agentes Singleton y Wendy que, mientras tratan de cumplir con la misión, se enamoran. Guiado por la tenue voz de la duda, Singleton se descubrirá plegado e intentará desplegarse para saber quién es realmente.
La persecución de Rake implicará el encuentro de los agentes con personajes que llevarán su condición de plegados de distinta manera. Algunos quieren saber qué pasó; otros prefieren vivir cargando un hueco insondable en su psiquis que, sin embargo, les concede una relativa felicidad. Los plegados no tienen puntería cuando disparan un arma, así que se arriesgan a convertirse en blancos facilísimos de los arranques de Rake o del grupo de rebeldes Banderas Negras.
*
La Histopía que Means le hace escribir a Allen refleja su inestabilidad emocional. Hay capítulos enteros cargados de una melancolía pegajosa y excesivamente digresiva; hay pasajes muy lúcidos en los que se asoma una prosa precisa y profunda; hay escenas cargadas de acción y violencia gratuita, herencia de la desquiciada Guerra que se resiste a convertirse en pasado.
Este vaivén emocional-narrativo se sostiene gracias a un conmovedor afecto por la humanidad que, como un abrazo maternal, sosiega todos los arrebatos, falencias y alegrías que entran en el menú de la especie. Los plegados completan la serie de Eventos Causales del trauma a través de experiencias corporales (el agua fría y el orgasmo), y tiran del hilo de recuerdos como la mirada de un amigo que agoniza en el campo de batalla, una pierna anónima que cae delante de ellos, el peso específico de la vida de un compañero que se tiene en las manos, el estado de alucinación que producen las drogas mezcladas con muerte y privación de sueño.
Acertadamente Fresán sitúa Histopía junto a obras como El hombre en el castillo de Philip K. Dick y Mason y Dixon de Thomas Pynchon, obras en las que dar cuenta del trauma exige apelar a la ficción para contener el desborde a través de un realismo que no se corresponde con hechos sino con la comprensión de una época.