”Y fue ahí donde todo comenzó. Al joven le pareció que el destino le había deparado la habilidad de la lectura total, y todos aquellos años de soledad, toda aquella alegría vana, y lancinante turbación, y pesantez de la tristeza, sólo habían sido para llevarlo a esa señorita de suaves yemas multicolores de los lápices al pastel. Ciertamente, él ya había tenido muchos encuentros, había saboreado en los libros la pasión de mujeres ardientes, pero nunca antes había experimentado tanta intimidad. Sí, comprendió, toda su existencia había sido sólo un penoso y demasiado largo preludio. Después de muchos meandros, la historia de su vida tomaba un curso lleno de sentido, cuyo cauce tenía una orilla en él, y la otra en esa hermosa joven...
Goran PetrovićLa mano de la buena fortuna