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Leer es un misterio, no sabemos de antemano los efectos que puede causar. En este texto se manifiesta el deseo, el derecho y la necesidad de que sean cada vez más quienes leen, quienes experimenten este misterio. El Manifiesto por la lectura de Irene Vallejo se constituye como un panorama de las posibilidades que la lectura habilita. La autora nos invita a ir por el libro, por el artefacto de la memoria. Como toda vez que vivimos algo hermoso, queremos que otro también lo viva. Así es que este bello libro busca ampliar el universo de lectores.

 

I rene Vallejo es una Scheherezade del siglo XXI, capaz de contarnos el pasado y el presente en carne propia, capaz de reflexionar como si fuera la mejor profesora que hemos conocido. No es casualidad que el texto empiece con las palabras mágicas Había una vez una mujer sola en un territorio peligroso. Irene es Doctora en Filología Clásica por las universidades de Zaragoza y Florencia. El libro es un encargo que la Federación de Gremios de Editores de España le hizo y ella aceptó con gusto. Así como en El infinito en un junco nos maravilló con la historia del libro, en este caso nos trae los mejores argumentos a favor de la lectura.

 

Este manifiesto/ensayo indaga en las principales causas científicas y, por tanto, humanas por las que leer se vuelve imperioso para el siglo XXI.  A la vez que en un vaivén entra y sale a otros tiempos y lugares en donde la lectura cambió la historia. Para quienes estamos dentro de este tapiz, este libro nos acaricia. Nuestro amor por esa experiencia encuentra en sus palabras el aguijón de la pasión. Es que estamos ante una de las formas inagotables de la vida.

En nueve capítulos, la autora indaga, desde una perspectiva humanista, en el valor de la lectura. Por ejemplo, trata acerca de la relación entre la vida y las historias. Muchas veces, la lectura ha logrado vencer a la muerte, engañándola o simplemente dejándola para otro momento. Los relatos, dice, nos ayudan a sobrevivir. Las palabras son un hechizo cargado de futuro. La experiencia de leer nos permite estar en dos lugares a la vez. Esta posibilidad no es otra cosa que una extensión de la propia vida a otras vidas, otros escenarios y vivencias. Cuando leemos, dice la autora, se activan las mismas zonas del cerebro que al estar inmersos en una situación similar en la vida real. En este sentido, no solo se trata de vivir otras situaciones sino también de salir de uno hacia el otro, los otros. Aquí, allá, en la antigüedad o en otra cultura. Es condición de la vida democrática poder pensar por fuera de uno lo común.

En el campo de la salud, la lectura también tomó relevancia. Sabemos que en muchos casos de lesiones, o enfermedades como el Alzheimer, la principal gimnasia cerebral es la lectura. Irene lo nombra como un Big Bang luminoso en el recinto de nuestra mente.

La necesidad de leer dio pie a que un gran número de personas se encargue de cuidar el nacimiento y la vida de los libros. Gente que, sin conocerse, ha empeñado sus esfuerzos en preservar el caudal de nuestros mejores relatos, sueños y pensamientos. Personas que saben que mientras cuidan los libros, cuidan el futuro.

La lectura, que perteneció siempre a las élites intelectuales, hoy es un bien compartido. Es un logro de las democracias que podamos leer. A su vez, fue motivo de sospecha y persecución. Los libros ardieron en el fuego de los autoritarismos. Y a esos peligros hoy se le suman el de la desidia, el olvido, la omisión… en fin, la nada. Frente a la cultura de la inmediatez, frente a la crisis de paciencia y la distracción, la lectura nos posibilita la concentración, la intimidad y la calma.

Por todo esto, Irene nos invita a mantener aquello que nos salva. Y a quienes lo sostienen con su trabajo: editoriales, librerías, bibliotecas, escuelas, clubes de lectura y demás redes silenciosas que sostienen el frágil futuro.

Ignacio L. Scerbo

Nació en Córdoba Capital en el año 1985. Es Licenciado en Letras y Especialista en la Enseñanza de la Lengua y la Literatura (UNC). Fue becario de investigación y de extensión universitaria en diversos barrios y zonas rurales de Córdoba (UNC). Comparte clases de Lengua y Literatura en magisterios. Es miembro del CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de la Literatura Infantil y Juvenil). Publicó los libros Leer al desaparecido en la literatura argentina para la infancia y Poesía en la escuela. Guía para nadar sin agua, ambos en la editorial Comunicarte. También, artículos en congresos y revistas de investigación.