Durante mucho tiempo no pude deshacerme del peso de los desaciertos políticos de mi familia. Por culpa de éstos, siempre hubo cierto recelo…
Y fue ahí donde todo comenzó. Al joven le pareció que el destino le había deparado la habilidad de la lectura total, y todos aquellos años de soledad…
Las manos de la buena fortuna parece adherir superficialmente a los tópicos naif sobre la lectura…
Entre las emociones y las acciones de El buen soldado se abre una discontinuidad e inverosimilitud a veces insalvable: pero antes que una falla compositiva la aparente incoherencia es vivida con la felicidad de las mejores novelas de vanguardia de la época.
Los relatos de Ted Chiang han sido elogiados por imaginar futuros posibles a partir de las ansiedades tecnológicas de nuestro presente, sin embargo hay en ellos, por el modo sutil con el que están construidos, una verdad estética que excede la ‘importancia’ de sus temas.